Cuando el ‘tesoro’ es el cuerpo de un desaparecido

Mirna Nereida Medina Quiñones cuando encontró los restos de su hijo desaparecido

Actualmente hay más de 37.000 personas desaparecidas en México, según cifras del Gobierno de México y Human Rights Watch. Hay centenares de voluntarios que buscan a los desaparecidos a lo largo de ese país mesoamericano con el fin de darle un cierre definitivo a la incertidumbre de los familiares de las víctimas. 

Mirna Nereida Medina Quiñones fundó el grupo Las Rastreadoras de El Fuerte, en Los Mochis, Sinaloa, México. Ella trabaja con otras madres y familiares que están buscando a una persona desaparecida. María Elena Romero de The World, habló con Medina sobre su labor de buscar desaparecidos. 

The World: ¿Por qué usted comenzó este grupo?

Mirna Nereida Medina Quiñones: My son Roberto Corrales Medina era un joven con muchos sueños y tenía muchas ganas de vivir. El día 14 de julio del 2014 le tocó la mala suerte de estar en el lugar menos indicado; llegó una camioneta negra y se lo llevó. A partir de ese momento nuestra vida cambia. Yo voy a las autoridades a pedir ayuda para buscarlo y no encuentro respuesta. Salí de la oficina de la policía y le hice la promesa a Roberto que lo iba a buscar hasta encontrarlo. Tenemos dos años trabajando, después de que encontramos a Roberto, y a raíz de eso hemos encontrado casi más de 100 personas después de Roberto.

¿Cómo es un día común para el trabajo de las rastreadoras?

Los días miércoles y domingos vamos a búsqueda. El lunes hacemos una exploración de los terrenos dónde vamos a buscar. El lunes ya decidimos a qué lugar vamos a hacer la búsqueda el miércoles. Cuando llegan las mujeres a la oficina, nos tomamos un café, desayunamos y a las ocho de la mañana, subimos las herramienta a los carros, hacemos una lista y hacemos una oración para salir.

En esa oración antes de salir, ¿ustedes qué dicen?

Le pedimos mucho a Dios. En la oficina tenemos las fotografías de todos los muchachos que estamos buscando y de los que hemos encontrado, les pedimos a los que hemos encontrado que nos iluminen, porque son las creencias de aquí de México, que de repente las personas que ya no están aquí te pueden ayudar a encontrar. Les pedimos que nos ayuden, que nos abran los caminos para poder encontrar. Y a los que estamos buscando, les decimos que nos llamen, que nos hablen, que nos digan dónde están para ir por ellos. Por eso algunos dicen que estamos locas porque hablamos con los muertos. Después nos subimos a los carros y vamos al lugar. Al llegar al lugar, cada quien agarra su herramienta, hacemos una cuadrilla, y a buscar, a hacer el rastreo del lugar. A veces encontramos, a veces no, pero la sensación de bienestar que te deja al salir a una búsqueda, encuentres o no encuentres un tesoro, eso es algo que nos reconforta y nos sigue dando esa fortaleza para seguir adelante. Cuando no encontramos, pues, venimos con un ánimo un poco bajo, pero a final de cuentas nos damos cuenta que es un día exitoso también porque es un día en que pudimos salir. Es un lugar que buscamos, es un lugar marcado ya de búsqueda.

El día cambia cuando hemos localizado un cuerpo. Ahí sí cambia muchísimo porque ahí hay sentimientos encontrados. Te da gusto, te da tristeza, te da coraje, te da impotencia. Pero al final de cuentas el sentimiento que impera es el de la felicidad porque le vas a dar tranquilidad a una familia. El trabajo comienza casi de manera inmediata para buscar algo que te pueda dar con la identidad de la persona que encontramos en la fosa. Por lo regular es así. A la mayoría de los que hemos encontrado en una fosa, los hemos identificado, casi el 80 por ciento, por las características que tenemos en nuestra base de datos, por la ropa, las características.

¿Es algo peligroso lo que ustedes están haciendo? ¿Y qué hacen para protegerse?

Si estamos en latente peligro, pero a final de cuentas nosotros siempre hemos dicho que no buscamos culpables, que lo único que queremos es encontrar nuestros tesoros y eso también ha hecho que se nos abran las puertas para seguir buscando. Entonces la Fiscalía nos acompaña en un levantamiento de cuerpo y de repente cuando creemos que es importante o necesario que vayan. Al principio sí siempre nos daban un acompañamiento, hoy no. Ya tenemos tres o cuatro años que no tenemos acompanamiento de las autoridades.

Ir a encontrar cuerpos entonces es algo fuerte, ¿cierto? ¿Cómo hacen para lidiar con esa parte emocional, y tal vez porque usted llama “tesoros” a lo que están buscando?

Los llamamos así porque la mayoría los hemos encontrado sepultados en la tierra. Aquí en México se buscan tesoros de oro. Para nosotros un dedo es un tesoro, un dedo, una uña. El día que no vas a búsqueda es un día que sientes como se perdió o que estás fallando. Te crea un sentimiento de culpa porque no sales a la búsqueda.

El hecho de encontrar a un tesoro, pasas de un estado a otro.  Primero trabajas con la incertidumbre, estás con el no saber si está vivo, si está muerto, si come, si tiene frío, si tiene hambre, si llora, si está golpeado o algo. Es un dolor muy ingrato, muy fuerte. Es más que nada la incertidumbre. Pero cuando ya lo encuentras muerto, entonces ahí si se te acaba toda la esperanza de vida. Ahí es donde empieza un duelo muy fuerte, muy doloroso, en el que tienes que aprender a vivir sin ellos.

¿Cuál fue ese sentimiento que usted tuvo el día que usted logró encontrar a su hijo?

Nosotros encontramos a Roberto, fuimos un grupo grande, ese día cumplía tres años [de estar desaparecido]. Cuando yo vi la fosa, yo supe que era él. La verdad, yo lloraba, yo me reía, yo hacía muchas cosas porque no sabía qué debía hacer, si reír de dolor o llorar. También me sentía bien porque ya sabía. En el fondo casi todas sabemos que están muertos, pero tenemos la esperanza de que anden por ahí. Al saber que estaba muerto, se me se rompió el alma y la esperanza de encontrarlo con vida.

Explíqueme a quien no sabe la realidad de México. ¿Por qué una persona puede estar desaparecida?

Aquí se dan las luchas por el poder. Las organizaciones de la delincuencia, los grupos antagónicos, se pelean el poder y son los que están luchando y están reclutando jóvenes para ofrecerles que vendan droga, que trabajen para ellos. Y la mayoría son jóvenes entre 15 y 20 años. Para nosotras es muy triste tener que ir a buscar en una fosa, andar … con una pala y un machete en el hombro y ver que las autoridades tienen una indiferencia espantosa ante esto. Eso hace que salgamos a buscar.

El jefe del Cártel de Sinaloa, que era El Chapo, fue capturado, fue juzgado aquí en los Estados Unidos y ahora va a tener una sentencia esta semana. ¿Esto puede significar algún tipo de justicia para ustedes?

No, claro que no. Ojalá que con la detención del Chapo se hubiera terminado las desapariciones y con la detención del Chapo se terminara la guerra del narcotráfico. El Chapo tiene un jefe que, la verdad, ni me atrevo a decir quién es. El Chapo es una pantalla. Tan es una pantalla que siguen operando las mismas formas en todo el país. Entonces, para nosotros no es ninguna satisfacción el hecho de que El Chapo sea juzgado. Es simplemente otro mortal más que está ahí. Es una pantalla para nosotros; es como una película que nos están mandando. Al final de cuentas el jefe se queda y pone otros Chapitos a trabajar aquí. Eso es lo que está pasando desafortunadamente. Hay que poner los pies sobre la tierra y ver que los propios gobiernos sean los que paren esta situación. Porque si el gobierno permitió que el Chapo trabajara así, tiene que también parar a los que se quedaron en nombre del Chapo trabajando. Si no lo hacen, esto va a seguir y va a continuar mortificando a nosotros como familias.

Me voy a ver un poco desanimada pero no le veo ha cambiado mucho. Al contrario, veo que las desapariciones siguen. Lo que pasa es que ahora se están evidenciando, porque a raíz de que salimos a buscar con una pala y un machete hemos hemos logrado sacar a flote, a evidenciar al Gobierno tanta muerte.

Ustedes hace poco lo hicieron algunas demandas al gobierno mexicano. ¿Cuáles son esas demandas?

La primera demanda fue que nos ayudara a encontrar a nuestros desaparecidos. Obtuvimos una respuesta con la Comisión Nacional de Búsqueda. El 24 de mayo tuvimos la primera reunión de trabajo con la Comisión Nacional de Búsqueda del presidente. El presidente dijo que no iba a escatimar en gastos para la búsqueda de las personas, y logramos un primer objetivo, que era el de trabajar con los cuerpos que ya han sido localizados. Se logró que tuviéramos tres panteones forenses aquí en el estado de Sinaloa, un instituto forense en la región norte que abarca Sinaloa, Sonora, Baja California. Con esta respuesta estamos viendo que le están echando ganas. Es un nuevo gobierno, esperamos que con este nuevo gobierno tengamos resultados positivos.

¿Cuál es un mensaje de esperanza que, a pesar de todas estas realidades que se viven en Sinaloa y en otros lugares de México, todavía debe tener una esperanza de que el futuro sea mejor?

Nosotras como madres, como familiares de desaparecidos, les pedimos a las personas que tienen un familiar desaparecido que no claudiquen y que confíen y que tengan esa fe que en algún momento vamos a encontrar a todos los que están desaparecidos. Esa es una promesa que hemos hecho las rastreadoras de buscar y encontrar a todas las personas que estén desaparecidas. Entonces el mensaje para las familias es que no están solos que aquí estamos Las Rastreadoras de El Fuerte y las rastreadoras de todo el país para buscar y encontrar a nuestros tesoros desaparecidos.

Esta entrevista fue levemente editada para mayor brevedad y claridad. 

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